“Lo decimos hoy y lo diremos siempre.
No olvidamos.
No perdonamos.
Fue el Estado.
Javier Duarte: fuiste tú.”
Desde el sábado 1 de agosto, los
noticieros nacionales e internacionales reportaron que los cuerpos
sin vida de un fotoperiodista y cuatro mujeres fueron hallados en un
departamento de la colonia Narvarte, en el D.F. Lloramos de rabia e
impotencia por el asesinato de Rubén, compañero de lucha, amigo,
maestro, colega... Ruben, uno de los nuestros.
En las primeras imágenes, Nadia,
reconocimos tu casa, rogamos que no estuvieras ahí. Te llamamos
hasta el cansancio, llenamos de mensajes tu facebook, vimos cómo las
horas devoraban nuestras esperanzas hasta que fue confirmado por
nuestros propios amigos. Eras tú, estabas ahí, y también fuiste
torturada y asesinada.
Quizá en unos días algún político
farsante nos va a presentar una de sus famosas “verdades
históricas”. Nos va decir que el móvil fue el robo, o un crimen
pasional. O que se equivocaron de casa o que todos eran miembros del
crimen organizado. Quizá incluso encuentren un chivo expiatorio que
“confesará” bajo tortura. Quizá termine en la cárcel por
muchos años. Y entonces van a cerrar el caso y pretenderán que lo
olvidemos. Y nos van a amenazar con reprimirnos si seguimos exigiendo
justicia en un caso supuestamente resuelto. Esas son las promesas que
el gobierno sí cumple.
Pero en la calles nos veremos. En cada
esquina vamos a gritar que no les creemos. Vamos a decirles que no
tenemos miedo y que si vienen por todos y cada uno de nosotros,
entonces los estaremos esperando. Pero no nos van a encontrar
callados, ni rendidos, ni doblegados.
En estos momentos de tristeza y furia
no podemos dejar de recordar cómo en estos años que te tuvimos
cerca recibiste todo tipo de agresiones por parte del mismo estado
que en esta ocasión decidió silenciarte para siempre.
En Xalapa, tu Xalapa, te vamos a
recordar como la estudiante universitaria que participó activamente
en las movilizaciones en contra del alza al transporte. Con tu voz
firme y tus pies pequeños que dejaron huellas que muchos comenzamos
a seguir poco después.
Te vamos a recordar como la activista
que la tarde del 1 de septiembre del 2012, tras los fraudulentos
comicios electorales, entró junto con nosotros a tomar el palacio
municipal de Xalapa, desde el que elevamos nuestras enérgicas
protestas en contra de la farsa electoral. Inmediatamente después,
cuando aún sonaba el eco de esas marchas multitudinarias organizadas
por 63 días desde la Acampada Lerdo, recuperamos y activamos junto
contigo el espacio que todos conocimos como “Casa Magnolia”.
Ahí te vimos reír, te vimos gritar,
dormir, bailar, discutir, aprender, enseñar, ayudar y construir eso
que era nuestro proyecto colectivo más ambicioso, nuestro centro
cultural autogestinado.
Ahí te acompañamos en los talleres,
en las conferencias, en los eventos culturales, en las fiestas y en
los bailes. Fue durante ese periodo que nuestras protestas comenzaron
a recibir una escalada de violencia, ordenada, como siempre, desde
las oficinas de gobierno.
Recordamos, por ejemplo, que el 15 de
septiembre del 2012, fuimos golpeados y tres de nosotros "levantados"
torturados y amenazados por policías estatales, obligados a recitar
las últimas palabras con una pistola en la nuca --para después de
sembrado el terror-- ser abandonados en las cercanías de la central
de abastos.
El 2 de octubre de ese año, después
de la protesta en que recordamos a los compañeros asesinados en el
68, sujetos desconocidos allanaron tu casa. Revisaron tus cosas y se
fueron sin robar nada. Tiempo después, nos dijiste con ese sarcasmo
tan tuyo, “Tenía yo tanto desmadre en la casa, que para que yo me
diera cuenta de que se habían metido, hasta tuvieron que limpiar y
ordenar un poco… sólo por eso lo noté. Después vi que hasta se
habían bañado…”
Valiente y necia, te resististe a
mudarte de ese departamento por meses.
Recordaremos la tarde del 20 de
noviembre de ese mismo año, cuando nuevamente fuimos reprimidos y
encarcelados por mostrar una enorme pancarta que expresaba lo que hoy
es incluso más válido que entonces: “Javier Duarte, te tenemos en
la mira. El pueblo no olvida ni perdona”.
Ese 20 de noviembre, fuiste sometida
por mujeres policía que te arrastraron por la calle y te dejaron
visiblemente golpeada. Desde entonces siempre lo dijiste: “las
policías pueden ser más cabronas que los hombres”. No lo
olvidamos cuando las vemos caminar por las calles, estrenando sus
uniformes de la fuerza civil.
Después de ese día, Nadia, nos
contaste que te sentías amenazada. Que te estaban siguiendo
constantemente, que te vigilaban, que afuera de tu casa reconociste
más de una vez a una de las mujeres que te detuvieron en aquella
ocasión y sólo entonces te convencimos y te convenciste de mudarte
de casa.
Aún así nos acompañaste por las
calles de la ciudad mientras expresábamos nuestro repudio a las
reformas estructurales. Usando tu cuerpo de pancarta, protestaste con
nosotros contra la reforma energética que entregó PEMEX al mejor
postor. Siempre sabia, siempre con palabras fuertes para los que no
tomábamos las medidas de seguridad adecuadas, viste crecer a nuestro
lado el hostigamiento, la persecución, la vigilancia constante de
nuestros pasos. La represión.
En 2013 te vimos marchando al lado de
miles de maestros que rechazaban la reforma educativa. Como Rubén,
viviste en carne propia la brutal represión de aquel 14 de
septiembre, cuando fuimos desalojados con violencia de la ahora
llamada Plaza Regina por las fuerzas policiacas del estado, esas que
no dejaban de golpearnos con sus bastones eléctricos a estudiantes,
maestros, periodistas...
Estuviste ahí en los largos y
aburridos tiempos de espera en la Comisión Estatal de Derechos
Humanos, mientras levantábamos nuestras quejas. Tú lo sabías,
nosotros lo sabíamos, era un ejercicio casi inútil, pero un
precedente más para evidenciar la violencia del estado.
El año pasado, en 2014, participaste
activamente en las marchas para exigir la aparición con vida de los
43 normalistas de Ayotzinapa, pero de nuevo sentiste el acoso de la
gente del gobierno y decidise por fin alejarte de Xalapa,
autoexiliarte al DF, y trabajar en lo que te hacía sentir feliz: la
Gestión, Producción y Promoción Cultural.
Desde allá apoyaste nuestros pasos,
las denuncias, la difusión, el monitoreo, la acción solidaria ante
el aumento de la violencia que creció más y más hasta llegar a ese
5 de junio, hace apenas dos meses, en el que 8 de nuestros compañeros
de lucha fueron brutalmente atacados por un grupo parapolicial, con
machetes, palos, bates y armas de fuego. La agresión más brutal y
más directa que vivimos... hasta entonces.
Nadia, el sábado supimos la trágica
noticia. No lo queríamos creer. Aún no lo podemos aceptar.
Ultimaron a una mujer de 32 años,
originaria de Chiapas, dijeron en sus declaraciones oficiales. Para
nosotros, tus amigos, no eres una... eres Nadia, nuestra Nadia, eres
tu voz ronca y tus regaños, tus carcajadas, tus fiestas; eres cada
uno de nuestros recuerdos, de nuestros debates políticos, de la
pláticas cotidanas. Eres también la productora de arte escénico,
la organizadora de muestras internacionales de cine. Eres iniciativa,
eres camino, resistencia y fuerza, eres lucha, voz, arrojo, denuncia.
Eres eso que somos, Nadia, eso que se queda, aunque te hayan
asesinado.
Hoy es lunes y no sabemos quién va a
cuidar a tus perros. No sabemos quién nos va a cuidar a nosotros.
Llenaríamos mares de lágrimas con todo lo que no sabemos. Pero hay
cosas que tenemos claras. Hay cosas que sí sabemos.
Tu cuerpo fue mancillado pero tu lucha
y tus ideales se mantienen intactos. No sabemos quién jaló del
gatillo pero sí sabemos quién dio la orden. Lo sabemos y lo
gritamos. Conocemos su nombre y su apellido. Sabemos también que sus
acciones son desesperadas, igual que las de un perro acorralado.
Lo decimos hoy y lo diremos siempre. No
olvidamos. No perdonamos. Fue el Estado. Javier Duarte: fuiste tú.
Xalapa, Veracruz, 3 de agosto de 2015.
Comité Universitario de Lucha
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