A los pobladores de México y el mundo
A los medios libres e independientes
A la opinión pública
A las conciencias inquietas y sensibles
que tienen consternado el corazón por lo que pasa con los luchadores
y periodistas en Veracruz
Hace unos días, con el corazón herido
y mancillado, hemos escrito a Nadia Vera, nuestra compañera de lucha
en Xalapa, Veracruz, una misiva pública que hemos leído en los
mítines y ha circulado por las redes reflejando nuestro dolor,
nuestra rabia, nuestra indignación.
Le escribimos a Nadia: "Tu cuerpo
fue mancillado pero tu lucha y tus ideales se mantienen intactos. No
sabemos quién jaló del gatillo pero sí sabemos quién dio la
orden. Lo sabemos y lo gritamos. Conocemos su nombre y su apellido.
Sabemos también que sus acciones son desesperadas, igual que las de
un perro acorralado. Lo decimos hoy y lo diremos siempre. No
olvidamos. No perdonamos. Fue el Estado. Javier Duarte: fuiste tú".
Así escribimos y así gritamos porque
la indignación corre en nuestra sangre, aquí, en Veracruz, "el
lugar donde la muerte escogió para vivir". Hace dos meses vimos
a Rubén partir al DF. Supimos que se fue después del 5 de junio,
después de la agresión a nuestros compañeros, estudiantes de la
Universidad Veracruzana, después de que removieron una y otra vez la
placa de Regina Martínez que Rubén y los periodistas colocaron en
la antes llamada Plaza Lerdo, después de que los hostigamientos
empezaron a recrudecer.
Al día de hoy no han cesado. El
hostigamiento aumenta, es más duro, más directo desde el fin de
semana del brutal asesinato. La SSP, la Fuerza Civil, los
ministeriales, los policías vestidos de civil rondan nuestras
calles, nuestros barrios, vigilan nuestras casas. Elementos de la
Fuerza Civil han detenido a compañeros sin motivo para llevarlos a
los separos y amedrentarlos por horas, fuera de proceso, sin cargos.
Así andamos, con el aguijón de la amenaza tras la nuca. Hemos visto
cómo se acercan.
Tomamos nota, realizamos las relatorías
de rutina, atamos cabos, nos llamamos los unos a los otros por las
noches para preguntar si estamos bien, si llegamos a casa, si estamos
con vida. Así andamos, alertas a la sospecha de que nos seguirán
buscando, por denunciar, por salir a las calles a repudiar el
asesinato del 31 de julio, por recordar que Rubén se exilió de
Xalapa a partir de que denunció las agresiones a nuestros compañeros
el 5 de junio, por recordar que Nadia Vera responsabilizó a Javier
Duarte de cualquier que pudiera pasarle, por apoyar a nuestros
compañeros periodistas en su denuncia.
Queremos decirles que no es la primera
vez. Lo que vivió Nadia Vera y lo que vivió Rubén Espinosa es el
pan de cada día para muchos de nosotros. Está recrudeciendo. Hemos
sido levantados, paseados, amenazados, detenidos, golpeados
brutalmente por elementos de la fuerza pública. Hemos sentido la
cacha de los policías en la nuca, la descarga eléctrica de los
bastones, la bota en nuestros cuerpos, los machetazos, los batazos,
el asedio de los seguimientos y las amenazas, hemos visto nuestros
nombres y caras en las listas negras de la SSP, y así andamos, día
a día, huyendo además de la peste de la difamación mediática y la
criminalización a la protesta.
Somos compañeros del Comité
Universitario de Lucha, hemos acompañado todas las luchas que hemos
considerado legítimas, como individuos y colectivo, como uno y como
todos.
Eso somos. Los que luchamos aquí, en
la fosa olvidada, en la ruta de la Bestia por donde pasan los
migrantes con la esperanza de recibir un refrigerio de las Patronas y
sobrevivir unos días más. Luchamos aquí, en las tierras donde los
ambiciosos encajan sus colmillos sedientos de petróleo, de agua, de
reservas. Luchamos aquí, donde la vida pende de un hilo, con la
frente en alto, porque queremos más vida para construir el mundo
nuevo que llevamos en nuestros corazones.
Nosotros los que ya caminamos sobre
ruinas, aquí seguimos, alzando la voz, y queremos saber que no
estamos solos. Porque necesitamos de ustedes, de los que apenas nos
escuchan y conocen, ustedes los indignados, los inquietos, los que
han perdido el miedo y en estos días han mostrado su dignidad, su
gallardía, su sentido de justicia, los que ha protestado por que el
asesinato de nuestros compañeros no quede impune. Necesitamos que
sigan alzando la voz, pero también necesitamos que nos cuiden, que
nos recuerden.
Tememos por la integridad de nuestros
compañeros. Es así que pedimos que en cada acción en la que se
exija justicia para los 5, para Nadia Vera, para Rubén Espinosa, nos
recuerden. Que manifiesten públicamente su solidaridad con los
luchadores del estado de Veracruz, como hacemos los compañeros,
hombro con hombro, de norte a sur, cuando la represión asedia
nuestro camino. Ya no queremos ser la fosa olvidada. Ahora la muerte
persiguió a nuestros compañeros hasta la Narvarte en la Ciudad de
México. Está en todas partes, lo sabemos, y queremos que sepan que
nosotros también mitigaremos su miedo con el cobijo de nuestra
rabia. Por eso les pedimos que mitiguen el nuestro, que nos recuerden
que no estamos solos.
Que responsabilicen como nosotros lo
hacemos al gobierno de Javier Duarte, al Secretario de Seguridad
Pública de Veracruz, Arturo Bermúdez Zurita y a los distintos
mandos policíacos que reciben órdenes inhumanas y las ejecutan, de
cualquier agresión en contra nuestra.
Se los pedimos a ustedes, los
indignados, los inquietos, los que reclaman justicia, que repliquen
nuestro llamado en sus acciones, en sus notas, en sus discursos. Que
nos den un respiro para seguir luchando. La represión avanza y
recrudece. No queremos ni un asesinado más, ni una asesinada más,
ni en Veracruz ni en otro lugar.
¡Alto a la criminalización de la
protesta y la juventud!
¡Alto a los asesinatos de periodistas
y luchadores sociales!
¡Justicia para Nadia Vera, Rubén
Espinosa, Yesenia Quiroz, Alejandra y Mile!
¡Castigo a los culpables de las
agresiones a los estudiantes de la Universidad Veracruzana el 5 de
junio!
¡Duarte, Renuncia!
Comité Universitario de Lucha
Xalapa, Veracruz a 6 de agosto de 2015
0 comentarios:
Publicar un comentario