sábado, 3 de marzo de 2018

A 13 años de la visita del Obispo Jtatik Samuel Ruiz García a la Preparatoria José Ma. Morelos y Pavón del Instituto de Educación Media Superior del Distrito Federal.
Por Jorge Castro Zarco

 Visita Samuel Ruiz IEMS Tláhuac

Con afecto para Manuel por su jubilación,
para el otro Manuel (él sabe porque) y
para Alfredo el querido paparazzi astrónomo.

Empezaba marzo, siempre marzo, el tiempo de buenos augurios, cuando pasó a mi cubo uno de los chavos de Florentino para decirme que ya me estaban esperando en su cubo y que me apurara. Terminé una asesoría con los chavos del taller de serigrafía y rápido como el trueno ya estaba en el cubo del Flawer. Juan de Dios y José Luis estaban ahí, sólo me dijeron, ya está, viene Don Sam, te toca a ti y a Florentino contactar con él y ver las fechas y demás cosas; nosotros –dijo- José Luis, avisamos a la bandotota; yo a los chavos y Juan de Dios a los profes. Órale, dije, va, y así quedamos.
Se organizó el evento, fecha, apartado de sala de juntas, avisos a profes, algunos carteles y la selección de lecturas de rigor para informar y preparar a los chavos para el evento. No era la primera vez que hacíamos una charla con alguna personalidad, ya antes había estado el Embajador de Palestina y nuestros amigos investigadores cubanos, Froylán González y Adis Capul, expertos en historia latinoamericana.
Los chavos ya sabían qué era eso de “un invitado especial”. Habían quedado tentados luego de los magníficos encuentros con semejantes personalidades, a quienes además de acompañar en sus charlas, habían compartido con ellos los alimentos en restaurantes de “lujo”, de esas cadenas tan despreciadas por nuestros visitantes, pero que eran las que había por el rumbo y pues ni modo ahí los llevamos con todo y chavos.
Pero Don Samuel era otra cosa, se trataba de un cura, un sacerdote, que bien a bien, los chavos no sabían quién era y no comprendían porque la insistencia y emoción de sus profes en invitarlo. Como sea, se fue creando la expectación por la visita de tan distinguido personaje.
El Flawer ya se había ido de avanzada al domicilio de Don Sam en la Colonia del Valle para intercambiar detalles de la visita. Él conocía el lugar y tenía buenos amigos entre la gente cercana a Don Samuel. Sin duda, fue gracias a sus buenos oficios de embajador que finalmente Don Sam aceptó venir con mucho gusto a la escuela.
Así íbamos, cuando un día ya clareando la tarde, pasaron las ‘secres’, a los cubos de José Luis y mío, avisando que la Coordinadora del plantel quería vernos. Bajamos ingenuos a su oficina, sin saber lo que nos esperaba. Nos dijo que se trataba del evento del Obispo de San Cristóbal de las Casas, Don Samuel Ruiz García. José Luis y el que esto escribe nos pusimos serios, ya sabíamos lo que venía, algo pasaba, los ‘pinches’ burócratas del IEMS estaban bloqueando.
Entonces ‘La Jefa’, Sandra J. Flores Astibia, nos espetó: los llamé para avisarles que “no está autorizada la visita del Obispo a la escuela. Desde el Gobierno del Distrito Federal (GDF), nos llamaron para decirnos que por norma estaba prohibida la entrada de gente armada a los planteles” y, que por tanto el Sr. Obispo no podría venir y que además para hacer cualquier evento de esa clase era necesario pedir autorización.
Charmín y el padre Chinchachoma (o sea, yo mero) –así nos bautizaron los chavos de esos tiempos- nos quedamos fríos. ¡No podíamos creer lo que oíamos y menos lo que querían que hiciéramos! Así que luego de hacer las `caras’ de rigor, nos fuimos mentando madres por los pasillos. Pero sobre todo, preguntándonos a qué diablos se referían con eso de ‘gente armada’ y cómo sabían de ello.
Al día siguiente hubo asamblea en el cubo del Flawer y como era de esperarse había indignación y rebeldía. Dijeron los chavos, ni maíz, el evento va y lo vamos a hacer ahora cómo jamás se van a imaginar. En efecto, a partir de ese momento todo mundo se puso a chambear como nunca. Carteles, invitaciones por doquier en la escuela y a los demás planteles, a la prensa y la galaxia entera.
Al Flower lo enviaron a visitar a Don Sam para informarle cómo andaban las aguas por los rumbos de Tláhuac. Dado que los ‘viejos lobos de mar’ (Chamín y Chinchachoma) no atinábamos en nada, Juan de Dios averiguó de dónde venían semejantes calumnias. En esos entonces el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, era ni más ni menos, Andrés Manuel López Obrador, el Secretario de Gobierno: Martí Batres y la Secretaria de Desarrollo Social: Raquel Sosa. Por esos días todavía no existía la Secretaría de Educación y el Instituto de Educación Media Superior (IEMS) dependía de la Sria. de Desarrollo Social.
Pronto se supo que al ‘PEJE’ no le simpatizaba Don Samuel, como el cura de los pobres que era (hoy en 2018 sabemos que si le agrada la vertiente religiosa, pero con la figura del Partido Encuentro Social -PES- representante de los sectores más reaccionarios de la iglesia católica en México). Así que por instrucciones superiores del GDF se giraba la orden a las autoridades del IEMS de prohibir la visita del Obispo.
Juan de Dios logró investigar cómo había sido el asunto oscuro de las famosas armas, pretexto increíble, para impedir el evento. Nuestro querido amigo, supo que desde la Secretaría de Gobernación Federal, los servicios de inteligencia secreta del régimen, habían alertado al GDF sobre la existencia de un personal de seguridad propio del Obispo que se encargaba de cuidarlo y protegerlo por las múltiples amenazas de muerte que había recibido debido a su acción pastoral por los pobres e indígenas en el Estado de Chiapas y su papel de mediador y Presidente de la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) en el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) desde 1994.
Lógico era que el Obispo no se moviera sin esa indispensable protección para salvaguardar su seguridad. Gobernación lo sabía, de algún modo lo autorizaba e incluso le convenía que el Señor Obispo estuviera bien cuidado. Pero ¿entonces, si esto era sí, por qué esa reacción del gobierno de López Obrador, prohibiendo la visita, bajo ese pretexto? ¿Suponía acaso que por tratarse del DF esa protección era innecesaria? ¿Quién podría garantizar eso?
Sin embargo, la verdad era muy otra, al PEJE siempre le ha sacado ronchas el zapatismo y Don Sam, era el defensor de los indios que se habían levantado en armas jurando avanzar con sus tropas descalzas a la capital del país para derrocar la ignominia que nos gobierna. Así que con el zapatismo nada. Ojo, para que no digan ahora que es al revés y que si el PEJE no gana la presidencia en el 2018 es por culpa de los zapatistas y MariChuy que hicieron temblar la tierra.
Bueno, descubierto el complot contra la visita de Don Sam a la prepa, lo que hicimos fue denunciar y continuar los trabajos para que la visita del Obispo se realizara mil veces mejor de lo que habríamos imaginado.
Manos a la obra, el día 9 de marzo de 2005, se anunció como la fecha en que Don Samuel Ruiz García, iría nuestra escuela, a eso de las 13 hrs. en la Sala de Juntas del plantel José Ma. Morelos y Pavón del IEMS. Desde temprano los estudiantes adornaron pasillos, salones y auditorio para el recibimiento. Solícitas las maestras encabezadas por la profesora de filosofía Leonor Durán, organizaron la distribución de cientos de claveles rojos traídos por José Luis Medrano y sus alumnos, para engalanar el gran evento que pasado el medio día arrancaría en la escuela.
A las 8 de la mañana el Flawer y yo fuimos abordados por la Coordinadora Sandra Flores Astibia, para advertirnos nuevamente que el evento no estaba autorizado y que no se realizaría. Ya en el estacionamiento y con los caballos echados a andar, nuestra respuesta fue contundente. Don Samuel vendría pasara lo que pasara. La ‘jefa’ contestó que la Directora General del IEMS, la Matemática (así le decía ella) Guadalupe Lucio, le había ordenado que el evento se suspendiera y que más nos valía acatar la decisión de la máxima autoridad del IEMS.
¡Uf! No nos hubiera dicho eso, porque más interesante se puso la cosa, pedimos que dada la magnitud del asunto, nos pusiera al teléfono con Guadalupe (La Directora del IEMS), pues no estábamos de acuerdo en someternos a esa imposición. La ‘Jefa’ se resistió, dijo que ella no podía comunicarnos con ‘La matemática’ y que ella como coordinadora del plantel haría que se acatara la orden de Dirección General.
Entonces respondimos, para rematar la tropelía de palabras que vociferaban de un lado y otro, que nosotros ya nos íbamos a recoger al Obispo a sus oficinas para traerlo a la escuela y que si no lo iba a dejar entrar, pues que ella se lo dijera a él cuando estuviera a las puertas dl plantel. Además le avisamos que habíamos dado parte a los medios de comunicación de que el Sr. Obispo visitaría la preparatoria para tener un encuentro con los estudiantes pobres de la ciudad.
Tomamos el vocho azul de mil batallas y nos fuimos raudos por Don Sam. No habían pasado cinco minutos cuando sonó mi teléfono celular no inteligente, creo que todavía funcionaban con monedas o algo así, entonces contesté en la bocina: ¿quién habla? dije. Del otro lado oí la voz furiosa de la ‘Jefa’ que me ordenaba detener el llamado a la prensa. Comentó que ‘La matemática’, le dijo que nadie podía convocar a la prensa dentro de las preparatorias, que eso era un asunto “exclusivo” de la Secretaría de Gobierno del GDF y que me ordenaba suspender esa convocatoria. Luego sostuvo, que la Directora General quería la lista completa de los medios de comunicación que habían sido informados.
Como verán, las cosas estaban color de hormiga roja y seguía subiendo el humor negro de la autoridad que no concebía, ni aceptaba la independencia de los profesores y alumnos de ‘sus escuelas’, de ‘sus preparatorias’, de ‘sus Peje escuelas’. Luego de tanta mala vibra, solo le contesté a la ‘Jefa’ que al rato le enviaba por mail la lista y colgué.
Pronto llegamos a las calles de la Colonia del Valle y a las oficinas de Don Sam. El Flawer y yo, íbamos preocupados por la molestia que estábamos causándole a Don Sam, que seguramente a esas horas, ya sabía lo que estaba pasando. Pero, seguros de que lo que hacíamos valía la pena, bajamos del auto y nos dirigimos al portón de madera del local de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas en la Ciudad de México para encontrarnos con el Obispo Samuel.
De pronto un paso antes de entrar nos topamos con una mujer de mediana estatura, ‘enropada' en traje sastre y con cara de pocos amigos, que llamándonos por nuestros nombres nos dijo: “vengo en representación de la Secretaría de Gobierno del GDF para hablar directamente con el Obispo en relación a este asunto, acompáñenme”. Bueno, me dijo el Flawer, entremos.
Las oficinas del Obispo estaban precedidas de una pequeña sala de recibimiento con un par de sillones y la amable compañía de las monjas auxiliadoras que hacían las veces de secretarias del Obispo, cocineras, enfermeras y cuidadoras de este hombre de Dios extraordinario.
Entramos y nos sentamos unos minutos en los amplio sofás, esperando el llamado para entrar con Don Sam. A los pocos minutos sonó la campanilla para avisar que ya era hora. Nos levantamos nerviosos de nuestros asientos y entramos. Frente a nosotros en un sillón sencillo estaba Jtatik Samuel, se levantó y nos recibió con un fuerte apretón de manos, correspondido por nuestro querido Flawer al modo como él acostumbraba, tomándote con las dos manos juntas para manifestar el gusto, el agrado y el respeto que siempre tuvo por sus prójimos, ‘sus próximos’. sus más cercanos y desde luego en esta ocasión única por Don Samuel. Del mismo modo, con educación y respeto, el Señor Obispo dio la bienvenida a la funcionaria del GDF.
En el cuarto, una pieza pequeña de dos por tres metros, con poca luz, también se encontraba otro hombre de edad madura, moreno, de rostro y voz firme, que también nos saludó amablemente. Era el chofer de Don Sam y también encargado de su seguridad personal.
El encuentro fue breve, la funcionaria gris, expuso las razones del GDF, ofreciendo una patrulla que escoltaría el auto del Obispo y otra que ‘cuidaría’ la escuela desde afuera. Luego de oír esas primeras palabras, sabíamos que habíamos triunfado, la visita se haría.
Sin embargo, la funcionaria dijo al Obispo que el encargado de su seguridad no podría ingresar a la escuela. Don Samuel, hombre acostumbrado a las torpezas, desaires y escupitajos del régimen, escuchó paciente y luego de que la funcionaria terminó de hablar, tomo la palabra y preguntó a su chofer: ¿Luis (no sé si se llamaba así -no lo recuerdo-, pero es un buen nombre, nos recuerda al pequeño Luis que si un día lee éste enjambre de palabras, sabrá algo más de su maravilloso padre), qué piensas de lo que la señorita nos propone hacer?
Entonces aquel hombre experimentado, sabedor de lo que es cuidar una vida como la de Jtatik Samuel, dijo: mi trabajo es cuidar y proteger la vida del Obispo, si es preciso con mi propia vida, señora –le dijo- ¿Puede usted garantizarme la vida del Obispo?
Se hizo un silencio, acompañado por la mirada cristalina de Don Sam tras sus rectangulares lentes y el latido del nuestros corazones acelerados por esos segundos interminables de la escena. La funcionaria contestó repitiendo lo que antes había dicho, sabedora de su propia hipocresía y la del gobierno que representaba, pronto calló.
Don Sam, se levantó y dijo a su hombre de confianza, ¿y, qué tal, si dejas ‘tus juguetes’ en la camioneta? ¿se podrá? ¿no van a ser necesarios, no crees? Todo estaba dicho. La funcionaria se despidió y nosotros nos fuimos escoltando el auto de Don Samuel hasta la prepa.
En el camino, no sé ni cómo, pedí a mi hija que enviara a la Directora General del IEMS el correo que ella había solicitado con la lista de la prensa convocada al evento. Por fortuna, mi hija contaba con una relación interminable de medios nacionales e internacionales, de todas las fuentes y medios electrónicos, que ella misma había investigado y seleccionado para sus labores de comunicación y prensa en las oficinas del Ing. Manuel Pérez Rocha, Rector de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y fundador del IEMS.
A la distancia parece increíble lo que vivimos aquel trepidante día. Pero, todavía hay más que contar en esta historia.
El camino hacia la escuela corrió sin contratiempos, ya cerca en la intersección de Periférico y Canal de Chalco, los compañeros nos avisaron que toda la escuela nos esperaba con ansiedad. No sabíamos todavía la sorpresa que vendría minutos después.
Llegamos al portón del estacionamiento y éste estaba abierto de par en par, todos los autos que normalmente allí estaban habían sido literalmente desalojados, únicamente había una desangelada patrulla en el área.
Al llegar, inmediatamente la multitud de jóvenes y jóvenas estudiantes y no estudiantes, trabajadores administrativos y de limpieza, maestros venidos de todas las prepas del IEMS, rodearon la camioneta blanca en la que viajaba Don Sam e hicieron una bellísima valla con claveles rojos en mano para recibirlo.
Jtatik Samuel caminó rodeado por los brazos y miradas de la comunidad de Tláhuac hasta una salita interior del edificio, junto a la Coordinación, dónde tranquilamente tomo asiento para esperar el comienzo del evento.
En esa sala, contra todo pronóstico, ya estaba sentada Guadalupe Lucio Maqueo, con una cara de furia que no podía ocultar, ni siquiera en la presencia del mismísimo Obispo. Enseguida me dirigí a Don Sam y le presenté a la Directora General del IEMS. Él ni se inmutó, cómo diciendo no sé quién es esa señora, ni me importa. Ella, apenas pudo estirar la mano, sin decir más palabra que buenas tardes o algo así.
Mientras esperábamos, la Coordinadora me tomo del brazo y a un lado me dijo: “Jorge, la prensa no va a entrar” y, yo, satisfecho y seguro de que el día era nuestro, recuerdo que sólo le dije: “pues sales a la puerta de la escuela y les explicas a la prensa porque no pueden pasar a cubrir la nota del encuentro pacífico del Obispo con la comunidad de Tláhuac”.
Luego empezó el evento en la Sala de Juntas del Plantel desbordada de entusiasmo y expectación. Hasta adelante, en las primeras sillas, alguien había reservado los lugares para la prensa, que minutos después haría presencia para reportear el evento, publicándose al otro día, al menos una nota de cuarto de plana en el periódico El Universal.
La mesa del encuentro se instaló con la presencia forzada de la Coordinadora del Plantel y la Directora General del IEMS, a quienes no les quedo de otra más que sentarse ‘a sufrir’ por varias horas una actividad de extraordinario valor simbólico e histórico para la comunidad del IEMS, a la que siempre se opusieron e intentaron impedir. Lo que pretendieron hacer aquella tarde será recordado como un acto ignominioso del que la historia no las absolverá.
Pero ‘ellas’ en realidad a nadie le importaban. El centro de atención era por su puesto otro: Don Sam y las palabras memorables del profesor José Luis Medrano Torres y del estudiante Luis Quiróz Nájera quienes como voceros de todos y todas, dieron la digna bienvenida que este hombre de fe, merecía.
Las palabras de ternura y afecto, así como la platica del Obispo Jtatik Samuel pueden revivirse mil veces en la magnífica grabación de audio y video hecha por el profesor Alfredo Juárez Vázquez y que esta a disposición de todos en la dirección electrónica: https://youtu.be/nnTB6q7hIzU.
El conversatorio terminó ya entrada la tarde, sabe cuantas horas duró, pero al final Don Sam, se despidió y caminó directo por el pasillo central del edificio, entre decenas de alumnos que aún en el ocaso del día anhelaban estar cerca de él y agradecerle su presencia, su palabra dada, su mensaje de paz y lucha interminable por la justicia para los indígenas y sus culturas.
Don Sam subió a la camioneta para partir y tengo que contar lo que al final sucedió. La Directora General ni siquiera se había despedido de él, ora sí que ni las gracias. Entonces yo volé como pude para rescatarla de la oficina de Sandra y casi jalándola del brazo, le dije, maestra, Guadalupe, Don Samuel ya se va; ven, vamos rápido, córrele, todavía lo alcanzas para que te despidas. Y tristemente así fue, apenas llegó, a dar una mano contrariada, en medio de la penumbra y un mar de ardientes manos y miradas que despidieron a Jtatik Samuel en su paso por la prepa, nuestra querida y recordada prepa.


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